Cercas sobre las sombras
En España se escribe y se escribe sobre la guerra. Yo leo y leo, porque quizás lo que nos duele solo puede asumirse cuando lo leemos.
Javier Cercas conjura las sombras del pasado y la poca fiabilidad de la memoria con un valiente ejercicio de memoria y de literatura, de historia y fantasía, y se convierte en el narrador de sí mismo, y de todos los que a través de él siguen vivos, vencedores o vencidos, falsos vencedores y falsos vencidos. Nos advierte que «no es verdad que el futuro modifique el pasado, pero es verdad que modifica el sentido y la percepción del pasado». Y no hay nada que contenga más futuro que un libro.
Si al novelista le está permitida la literatura, a los lectores nos está permitida la lectura que nos ayude a divisar nuestra patria, aquella por la que lloró Sancho cuando la oteó en lontananza al regreso de sus aventuras escuderiles, y a reconocernos en ella; si no a asumir la culpa, sí al menos a asumir la responsabilidad.
Y 《si uno es de donde da su primer beso y de donde ve su primer western, yo me declaro de donde leí mi primer libro.
El monarca de las sombras sobrevive en esta novela y vive la larga vida de los libros.