Esto no es un cuento


Bitácora Munro, Alice, Mi vida queridaPalabras, gestos fugaces, silencios tenaces, visajes inesperados, dan cuerpo a la vida en los cuentos que Alice Munro recoge en Mi vida querida. Su personal forma de contar nos revela como un destello la profunda humanidad de lo contado. Sus cuentos se tornan fotografías en sepia, con los bordes dentados y una fecha o un nombre borrosos al dorso, frágiles al tacto pero irrevocablemente reales y expresivas.

Las páginas dedicadas a contar su propia vida dejan colar la imaginación entre la memoria y los personajes que pueblan el paisaje vital se tiñen de la calidad de la fábula:

«Y más lejos aún, en la ladera de otra montaña, en línea recta frente a la nuestra había una casa que de lejos parecía más bien pequeña, a la que no íbamos nunca ni conocíamos, y que para mí era como la morada de los enanos de los cuentos. Sabíamos, sin embargo, como se llamaba el hombre que vivía allí, o que había vivido en otra época, porque a esas alturas quizá hubiera muerto. Roly Grain, se llamaba, y no tiene ningún otro papel en lo que ahora escribo, a pesar de su nombre de ogro, porque esto no es un cuento, tan solo es la vida».

La escritora pone en una balanza vida y cuento, cuento y vida, y en esa última frase nos da el resultado.