La coma, tan simple y sencilla como parece, provoca innumerables errores ortográficos. Sí, un error en el uso de la coma es una falta de ortografía. No es la primera «Eñe» que protagoniza la coma, y no será la última. La extensión de estos artículos es incapaz de contener la diversidad de reglas que establecen el uso correcto de este humilde, solo en apariencia, signo de puntuación. Vayamos, pues, paso a paso.
Hoy nos vamos a detener en las oraciones condicionales. Las distinguimos porque expresan una condición. Lo más frecuente es que vayan introducidas por la conjunción «si» (sin tilde por tratarse de un monosílabo átono).
En este tipo de oraciones el uso de la coma depende del lugar que ocupen en la frase. Si la condicional está colocada antes del verbo principal, debemos usar la coma. Si se fijan, esta oración y la anterior les pueden servir de ejemplo. Las oraciones condicionales, introducidas por «si», se separan con una coma de las respectivas oraciones principales porque están antepuestas.
Sin embargo, cuando la construcción condicional va pospuesta al verbo principal, la coma no aparece. Comparen estos dos ejemplos: «Si nos decidimos a leer, mejoraremos nuestra ortografía»/»Mejoraremos nuestra ortografía si nos decidimos a leer». En el primer ejemplo la condicional está antepuesta; en el segundo, pospuesta. El primero lleva coma; el segundo no.
La vida está plagada de condiciones, así que las oraciones condicionales son muy frecuentes. Si aprendemos a usar la coma en este contexto, evitaremos muchos errores. Presten atención al lugar de la frase respecto al verbo principal si quieren usar la coma con maestría.
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Cuando nos ponemos a escribir, más tarde o más temprano, nos topamos con la dificultad de la coma. Puesto que este signo de puntuación, de aspecto casi insignificante, tiene mucha importancia gramatical, conviene que adquiramos seguridad a la hora de utilizarlo. Lo más útil es dominar poco a poco los contextos en los que suele aparecer.
No hace mucho la vimos en funcionamiento con las interjecciones. Hoy quiero que nos fijemos en la construcción gramatical ilativa, que se usa para expresar una consecuencia y exige el uso de la coma para que su escritura sea correcta. Veámosla en funcionamiento. Se aprende más con la práctica, así que pongamos un ejemplo. En la oración anterior la proposición ilativa (así que pongamos un ejemplo) expresa una consecuencia natural de lo que expresamos en la primera frase (se aprende más con la práctica). Este tipo de construcciones se colocan al final del enunciado y siempre van precedidas por una coma. Más ejemplos: Aquí ya está todo hecho, conque vayan saliendo; siempre pierde al ajedrez, de manera que nunca está dispuesta a jugar; es muy miedoso, de ahí que nunca quiera salir solo.
Es una regla muy estable, de ahí que ilativas y comas siempre estén relacionadas. Pero hay que hacerlo bien. La coma se coloca antes de la conjunción, de manera que es incorrecto cuando la ponemos tras ella (*Hemos salido demasiado tarde así que, date prisa) o entre las palabras que la forman (*No se siente segura de sí misma de ahí, que no le guste hablar en público).
Coma y sintaxis están íntimamente relacionadas. Se apoyan la una en la otra para que lo que queremos expresar quede claro, de manera que la una no puede vivir sin la otra. Coloquialmente, uña y carne o uña y mugre.
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Una de las dificultades que entraña el uso de la coma es que, en ocasiones, su presencia o ausencia depende del gusto del que escribe, pues no afecta a la sintaxis o al significado de lo que escribimos. De nuestro estilo dependerá que decidamos ponerla o no.
Un contexto opcional frecuente es el complemento circunstancial antepuesto al verbo. Este complemento aporta información sobre el tiempo, el modo o el lugar en los que se desarrolla la acción del verbo. Si en la frase este complemento precede al verbo, podemos delimitarlo con una coma. La ortografía académica nos aconseja, para ayudarnos a decidir si queremos, o no, usar esta coma opcional:
Si el complemento es largo es preferible delimitarlo con una coma; en cambio, si es breve, es aconsejable evitarla. Comparen el uso de la coma en estos dos ejemplos: Durante las interminables jornadas de trabajo, compartíamos ideas y esperanzas. Cada día nos comunicábamos.
Se recomienda usar la coma cuando el complemento se inserta en una expresión compleja: La normativa exige que, cada día, se revise la instalación de seguridad.
Es habitual usar la coma para delimitar un complemento circunstancial que queremos destacar, a veces para contraponerlo a otro: Por la mañana, damos clases de lengua y, por la tarde, nos dedicamos a la literatura.
Si el complemento circunstancial se sitúa en posición final no va delimitado por la coma. Comparen los ejemplos anteriores con estos: La normativa exige que se revise la instalación de seguridad cada día. Damos clases de lengua por la mañana y nos dedicamos a la literatura por la tarde.
Cuando la coma es opcional estamos ante una cuestión de estilo personal. Ejercítenlo con conocimiento.
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