Diccionario verde


Cuando consultamos un diccionario suele pasarnos desapercibida la belleza de algunas de sus definiciones. Confieso que, con un diccionario en las manos, puedo perder la noción del tiempo. Mis lecturas y relecturas me proporcionan placeres como los de encontrar esta definición en el Diccionario de la lengua española de la RAE para el humilde adjetivo verde: ‘Dicho de un color: Semejante al de la hierba fresca o al de la esmeralda’: El color verde tiñe las banderas.

Si hablamos de una zona o área verde, nos referimos a que en ella no puede edificarse porque alberga, o está destinada a albergar, un parque o jardín. Si, en cambio, decimos verde de un árbol o de una planta, nos referiremos a que ‘aún conserva alguna savia, en contraposición al seco’: Podemos salvar esa palma; todavía está verde. Cuando, en lugar de a una planta, los

usamos para referimos a un fruto, destacamos que este aún no ha madurado: plátano verde. Y aquí no me resisto a mencionar la sabiduría popular dominicana cuando sentencia que «plátano maduro no vuelve a verde».

Inluso podemos extender  figuradamente su significado y aplicarlo a una persona a la que consideramos inexperta o inmadura:  Seguimos muy verdes en ortografía. En otros países de habla española son verdes los chistes con contenido erótico, esos a los que nosotros llamamos colorados. Cuestión de colores.

Y así el diccionario va registrando las distintas acepciones de un mismo adjetivo según a quién o a qué se le aplique. Quiero pensar que, para nosotros, el movimiento verde se apoya en la relación que nuestra cultura establece entre el verde y la esperanza. Y no me malinterpreten, no con aquella esperanza que se comió un burro, sino con la esperanza del verdor que presagia buenos frutos.

 

Buena pesca


Cuandocamara mj 415 una palabra no aparece en un diccionario no significa inevitablemente que no sea correcta o que no exista. Algunas veces sencillamente no la estamos buscando bien o no la estamos buscando en el diccionario correcto.

¿La acepción  ‘ensuciar’ del verbo curtir  no existe porque no está registrada en el Diccionario de la Real Academia Española? ¿Es incorrecto usar el adjetivo curtido con el sentido de ‘sucio’ porque no lo encontramos en el DRAE?

El diccionario académico registra para curtir la acepción ‘tratar la piel de un animal muerto para su uso’. También el aire y el sol y la vida curten, literal y figuradamente. No aparece ninguna acepción relacionada con la suciedad.

El panorama cambia si las buscamos en el Diccionario del español dominicano; atesoran entre nosotros algunas acepciones adicionales a las del español general, entre las que está también el uso despectivo para referirse a una persona de aspecto pobre y desaseado.

Las compartimos, según leemos en el Diccionario de americanismos de las Academias de la Lengua Española,  con Honduras, El Salvador, Nicaragua, Puerto Rico, Colombia y Venezuela.

Existe además el verbo percudir, que significa, según el DRAE, ‘penetrar la suciedad’ y ‘maltratar o ajar la tez o el lustre de las cosas”. De él procede el adjetivo percudido.

¡Ojo pelado! No la confundan con percutir. La economía del lenguaje logra que con una sola letra distinta nos refiramos con este verbo a la acción de ‘golpear algo, generalmente de forma repetida’.

Tres verbos y tres adjetivos que tejen sus redes para ayudarnos a decir lo que queremos decir, siempre que sepamos usarlos apropiadamente. Los diccionarios pueden evitar que  quedemos atrapados en la red y ayudar a que la pesca sea fructífera.

 

¡Feliz cumpleaños, «DED»!


Cumpleaños DED

 

Hoy hace un año vio la luz el Diccionario del español dominicano, obra emblemática de la Academia Dominicana de la Lengua. Después de años de trabajo, logramos poner a disposición de los dominicanos una obra que refleja cómo somos y cómo hablamos.

La promoción del libro nos ha llevado a lugares tan alejados como Tréveris (Alemania), donde nos recibieron con aprecio y mucho interés por nuestra realidad lingüística.

De la presentación de nuestra obra en Miami recuerdo la intervención emocionada de Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, en defensa de nuestra lengua materna; también, las palabras de agradecimiento de una dominicana residente en los Estados Unidos porque el la había ayudado a enseñar a sus hijos a valorar su identidad dominicana.

En Nueva York la asistencia del público desbordó la sala del Hunter College que nos acogió. Una vez más los dominicanos residentes fuera de esta tierra recibieron con emoción un diccionario que los acerca emocionalmente a su herencia lingüística y cultural.

Ha sido un año lleno de experiencias y de satisfacciones. La vida del diccionario sigue mientras los lectores le demuestren su confianza usándolo.