Tres días en Madrid. Primera jornada


Tres días en Madrid. Tres días con las palabras. Primera jornada. Amanece frío en Madrid. Busco algún sitio para desayunar y mis pasos me encaminan a la fachada de madera del Café Gijón, uno de los pocos sobrevivientes de los sabrosos cafés de tertulia madrileños. Me siento a una de sus mesas de mármol, junto a una ventana desde la que soy testigo de cómo se van abriendo puntuales las casetas de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, organizada por la Asociación de Libreros de Lance de Madrid.

Y empiezan a brotar las palabras. La locución adjetiva de lance aplicada a un libro nos lo califica como de segunda mano (o de medio uso, diríamos por aquí) o nos habla de que se adquiere en condiciones ventajosas. Ambas cosas se encuentran en esta feria del libro de sabor añejo. Muchos libros a buenos precios y algunas joyas de difícil localización.

Apuro mi chocolate y mis churros y me dejo llevar de caseta en caseta ojeando títulos, ediciones antiguas, tebeos y libros infantiles que me recuerdan a mis inicios en la lectura. Varios recorridos, algunas horas más tarde, y algunos libros dejados atrás,  me doy por satisfecha y dejo atrás el Paseo de Recoletos.

En mis manos dos libros. Una edición crítica elaborada por Martín de Riquer del Tesoro de la lengua españolade Covarrubias, el primer diccionario monolingüe de nuestra lengua.

El segundo libro, regalo de mis padres, una Gramática de la lengua castellana de Vicente Salvá de 1847.

Sé que el libro electrónico es más cómodo y que ambas obras pueden consultarse digitalmente de forma abierta y gratuita, pero yo, esa mañana madrileña bajo el tibio sol de Recoletos, rodeada de libros, no me cambiaba por nadie.

 

Gramática manda


camara-mj-400En español el número puede ser singular o plural. En otros idiomas existe también un número denominado dual, que se usa para referirse específicamente a dos personas o cosas. Gramaticalmente nuestro singular se refiere a una unidad y nuestro plural a más de una. Sin embargo existen palabras que pueden expresar la dualidad léxicamente en lugar de hacerlo gramaticalmente.

En estas cosas los ejemplos suelen aclarar más la teoría. El sustantivo pareja gramaticalmente tiene número singular, aunque algunas de sus acepciones se refieran a dos unidades: hablamos de una pareja de amigos, una pareja de bueyes o una pareja de cartas; otras acepciones se refieren a una sola unidad: un acompañante en una actividad (mi pareja de baile) o un compañero sentimental, sea del mismo o de distinto sexo: Vivo con mi pareja.

Con este tipo de sustantivos tenemos además la opción de emplearlos en plural: Varias parejas participaron en el concurso. Las parejas de las quinceañeras abrieron el desfile. Número gramatical y número léxico, por tanto, pueden no coincidir. Si hacen memoria seguro que recuerdan más ejemplos de este número dual léxico: par (un par de botellas), dúo (un dúo de violines), binomio (un binomio artístico); en el español dominicano usamos el sustantivo mutual para referirnos a una pareja de amigos.

 

Estos sustantivos, cuando funcionan como sujetos de un verbo, concuerdan con este en singular: La pareja organizó una fiesta para celebrar su aniversario, Un dúo de guitarras interpretó la pieza. Ya saben, en esto, como en tantas cosas, la gramática manda.

Alfombra roja


Ay, las alfombras rojas… (y las de otros colores, que también las hay). No solo sirven de prólogo a las premiaciones sino que incluso llegan a robarles el  protagonismo. Su consecuencia inmediata es la inevitable listaVerano 2005 239 de hombres y mujeres destacados por sus galas o por su mal gusto. Volveremos a toparnos con las esperadas y temidas listas de las mujeres y los hombres mejor y peor vestidos.

Con ellas llegará la muy repetida incorrección de hacer que el comparativo del adverbio concuerde en número con el participio. Acudamos a los ejemplos para que nos ayuden a ver dónde está el error. Seguro que más de una vez escucharemos hablar de *las personas mejores y peores vestidas. En este tipo de frases mejor y peor deben permanecer sin cambios, porque funcionan como comparativos o superlativos de los adverbios bien y mal. Los adverbios, como recordarán, son palabras invariables y no experimentan cambios de género ni de número. El error es más común de lo que podríamos pensar porque esta forma de expresar el grado de adecuación, para lo bueno o para lo malo, es muy frecuente. La usamos cuando hablamos de las escuelas peor equipadas de la región, de los jóvenes mejor dispuestos para enfrentar el futuro o de los políticos peor preparados para desempeñar sus cargos.

En cambio, si comparativo o  superlativo corresponden a los adjetivos bueno y malo deben concordar en género y número con el sustantivo al que acompañen. Pediremos mejores equipamientos para nuestras escuelas, nos alegraremos por la mejor disposición de nuestros jóvenes y trataremos de no resignarnos a las peores condiciones de vida.

 

 

Sinónimos con cocorícamo


Los sinónimos resultan muy útiles y nos ayudan a evitar repeticiones enojosas. Utilizados con propiedad no solo demuestran que disponemos de un vocabulario amplio sino también que sabemos aplicar la palabra adecuada a cada realidad. Pero los sinónimos tienen también una dificultad de la que debemos ser conscientes. El parecido en el significado no siempre se corresponde con un parecido en la forma en que deben utilizarse en la frase.

Es lo que sucede con este trío de uso muy frecuente: empezaJardin 07 009r, comenzar e iniciar. Los tres verbos comparten el significado ‘dar principio a algo’. Son intercambiables en frases como: empecé mis labores/comencé mis labores/inicié mis labores. En estas frases los usamos como transitivos, es decir, los construimos con un complemento directo que expresa la cosa a la que hemos dado inicio (en el ejemplo anterior, mis labores).

Hasta aquí las similitudes entre los tres. Más allá de este significado empiezan/comienzan las diferencias (pero no *inician las diferencias). Solo empezar y comenzar son intransitivos no pronominales; es decir, solo estos dos verbos pueden usarse para expresar que una cosa ‘tiene principio’: la obra empezó tarde/la obra comenzó tarde (pero no *la obra inició tarde). Este uso gramatical incorrecto del verbo iniciar se está propagando incluso en los textos más cuidados y en la expresión de los hablantes de mayor nivel cultural. Para expresar este mismo significado con el verbo iniciar debemos elegir la forma intransitiva pronominal: la obra se inició tarde.

A veces los sinónimos lo son solo de forma parcial y no siempre son intercambiables. Dicho en dominicano, tienen su cocorícamo. Conocer estos detalles nos ayuda a conocer mejor nuestra lengua y a expresarnos en ella con precisión. Créanme, merece la pena.Jardin 07 009

David contra Goliat


IMG_0745            En este mes intenso y extenso en actividades deportivas oiremos y leeremos con mucha frecuencia ese invento de Brasil versus España, partido muy pronosticado, por cierto. Si somos aficionados al baloncesto nos traerá de cabeza la final Boston vs. Lakers. Lamentablemente su uso no se restringe a lo deportivo sino que se extiende a todos los ámbitos; ni tampoco es exclusivo de la República Dominicana: lo encontramos en todas las áreas hispánicas. ¿Dónde quedó nuestra añorada contra?

Dejando de lado las pasiones, las deportivas y las lingüísticas, analicemos el uso de esta palabra que ha viajado lo suyo. Estamos ante una preposición del latín que expresa, en esa lengua, la dirección del movimiento: versus orientem, ‘hacia oriente’ o versus insulam, ‘hacia la isla’. A mediados del siglo XX aproximadamente, una vez más por influjo anglicista, empieza a colarse en nuestro vocabulario cuando calcamos, innecesariamente, el uso que el inglés hace de ella como latinismo, originalmente muy utilizado en lenguaje jurídico.

¿Dónde quedaron nuestra expresiva preposición contra o la socorrida locución frente a? ¿Somos mejores hablantes o lo parecemos por recurrir a este anglicismo que les suena a muchos a intelectualidad? Desde luego que no. La confrontación entre dos contendientes (reales o figurados) debe expresarse con nuestros términos patrimoniales. Lo demás es esnobismo o, si lo prefieren, parejería. O si no, ¿qué opinarían de un cada vez más probable David versus Goliat o de Don Quijote versus los molinos de viento?

 

Deporte y gramática


El deporte desata pasiones. Lo tenemos a diario en nuestras pantallas, en nuestros periódicos y en nuestros aparatos de radio. El inconveniente para los hablantes consiste en que, cuando un error ortográfico o gramatical cunde entre locutores, cronistas o publicistas, estamos condenados a encontrárnoslo hasta en la sopa. El deporte y la competición, contra uno mismo o contra otros, van de la mano. Los verbos ganar y perder se convierten NYC 2006 199 YANKEE STADIUMen protagonistas y también, por desgracia, las preposiciones con las que se construyen.

Cuando un equipo gana a otro debemos usar la preposición a, y no la preposición de, como leemos o escuchamos con demasiada frecuencia: El Licey ganó a las Águilas, no de las Águilas. El contrincante vencido es gramaticalmente un complemento indirecto y se construye con la preposición a. Cuando un equipo resulta derrotado no pierde del oponente sino frente a él: El Licey perdió frente a las Águilas (por aquello de mantener el equilibrio, y para que nadie se moleste).

Si el énfasis se pone en el tipo de competición, ganamos o perdemos al ajedrez o al dómino. Si, por el contrario, lo que nos interesa es destacar en qué cualidad o destreza un competidor superó a otro, hablaremos de que Nadal le gana a Federer en corazón.

El uso correcto de las preposiciones nos supone ganar en calidad de expresión. No es tarea fácil. La competencia es dura pero, como en el deporte, la preparación, la concentración y la práctica nos harán maestros.