Libros empolvados

En estos días de confinamiento muchos estamos aprovechando para limpiar y ordenar; limpiando y limpiando, hemos llegado a los libros.
Ahora que #andaylee es mucho más lee que anda, además de leer los libros, debes prestarles un poco de atención a tu biblioteca personal, cualquiera que sea su tamaño.
Para la limpieza cotidiana, plumero o aspiradora para el polvo; para la limpieza profunda de estos días (que debe repetirse cada dos o tres meses), paño seco por todo el exterior (podrías intentarlo con una brocha que reserves para estos menesteres) y un hojeado rápido para desprender el polvo de los cantos de las hojas. Si hace tiempo que no los sacudías, te aconsejo que uses alguna protección contra el polvo para ti mismo. Si el ejemplar tiene una cubierta de material satinado, podrían probar a pasarles un paño ligeramente húmedo y dejarlos secar antes de recolocarlos.

Cuando los libros, perfectamente aseaditos, vuelvan a su librero, es importante que los coloques con holgura, de pie, para que puedan mantener su forma y la encuadernación no sufra.
Procura que no les dé directamente el sol y que estén protegidos en la medida de lo posible de la humedad. Como en estas tierras caribeñas se hace difícil, puedes contrarrestarla con pequeños saquitos llenos de jabón de cuaba rallado o de arroz. Son muy útiles en libreros cerrados, pero, si el tuyo no lo es, prueba a colocarlos entre los libros y en la parte de atrás, entre el libro y la pared o la parte trasera de la estantería. Ayuda también el bicarbonato si quieres mantener a raya el holor a humedad.
Si quieres más detalles y consejos práctico, te recomiendo la publicación de @JulianMarquina «Diez consejos para mantener en perfectas condiciones los libros de biblioteca personal».